jueves, 20 de junio de 2013

Hoy: Ciudadanos sin código II -

Volví.
Volvi porque hoy mientras me bañaba me di cuenta que todavía odio demasiadas cosas y no las estaría contando apropiadamente. Volví porque tengo un estrés que me sobrepasa y cuando entré y leí la última cursileada que escribí casi me tiro por la puta ventana. Volví porque hace muchísimo que no puteo como se debe, y mando a alguien a la re concha de su hermana en tanga calada. ¿Será que me calmé?
Bueno, a lo que nos compete:
Me parece muy desubicada la gente que se ríe de 06:00hs a 10:00hs en el transporte público. Me parece mal y que debería ser penado por ley. Tren, hasta las pelotas de gente. Son las 7 de la mañana de un lunes y nadie quiere estar ahí, y vos y tus conchuamigas riéndose a carcajadas, está muy claro que está mal.
Otra cosa que está mal es reirse fuerte en espacios reducidos como por ejemplo un ascensor. Tenés pinta de idiota, te reís como imbécil y encima no tengo otra que estar captiva en ese cubículo hasta llegar a mi piso.
Me atrevo ir más allá, los lunes está prohibido ser feliz o reirse mínimo  hasta el mediodía.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Hoy: El fin del mundo

Entre el temita de la nube tóxica, los mayas y el último día repetitivo (12/12/12) está a full la onda viene el fin del mundo.
Me viene a la mente, entre muchas otras cosas, una película que vi hace unos meses que habla de eso. "Un amigo para el fin del mundo" te deja con un vacio interno tamaño casa y te obliga a clavarte unas caipis en el   Paseo del Sol a la salida del cine, o al menos eso me pasó a mí. Ahora en retrospectiva creo que estaba demasiado más sola y deprimida que ahora, que con el boom del fin del mundo me planteo otras cosas.
Si muero mañana no sabré demasiadas cosas de mi, tantas que me asustan.
Nunca me picó una abeja, así que no sé si soy alérgica.
Nunca me quebré
Nunca me operaron
Nunca me pegaron con la gotita
Nunca me cocieron
Nunca me desmayé
Nunca me drogué
Nunca tuve sexo
Nunca me tatue
Nunca tuve novio
Nunca fui a un campo
Nunca gané un concurso
Nunca supe porque me salen eritemas nodosos en las piernas todos los años
Nunca tuve anginas
Nunca hice dieta
Nunca doné sangre
Nunca me dí la vacuna de la hepatitis B
Nunca tuve un trabajo relacionado con lo que estudio
Nunca viví sola
Nunca tuve una carie
Nunca comí sushi
Nunca aprendí a andar en bici
Nunca aprendi a manejar
Nunca me metí al mar de noche
Nunca...

Seguiría pero me deprimo, como puede ser que en dos décadas no haya hecho tantas cosas, tan simples.
Así que más que odio, reflexiono y digo, que vida lenta que estoy viviendo que no se me acabe ahora que -valga el absurdo- me muero.


martes, 27 de noviembre de 2012

Hoy: La culpa

Siempre supe que tenía el remordimiento a flor de piel. Soy una mina muy culposa.
Safé que no soy culposa con la comida, porque que era bulímica te la firmo acá. Safé de que generalmente no me mando cagadas, porque sino sería un zombie. Les cuento una anécdota para ponerlos en tema:
Una vez, hace ya unos años, estaba en lo que sería ahora una de mis mejores amigas. La conocía hace no tanto, y al resto de los presentes lo mismo, entre estos estaba el novio de mi ahora amiga. Resulta que charla va charla viene, empezamos a hablar de la anorexia y yo con mi histrionismo característico empecé a decir que había una chica nueva en el colegio que era evidente que se metía los dedos hasta el esófago porque yo la conocía de antes y era gordita. Cuestiones que resultó ser que esa chica que yo seguí describiendo con mucho amor, diciendo cosas tales como "cara de galleta", "mancha de base en el medio de la frente", "gorda rehabilitada" era la hermana del novio de mi amiga.  Creo que cuando me enteré y me di cuenta estuve semanas, torturandome... me bañaba y pensaba en el episodio, no dejaba que lo cuenten me daba verguenza no podía parar de sentirme miserable.
Bueno, eso es no es un culpa, culpa es cuando te mandás una cagada en serio.
Prefiero estar triste, sola, deprimida que estar culposa. La puta madre lo que me hace la culpa.
Soy capaz de no bailar, no tomar, no dormir, me hace doler la panza, la cabeza. Soy una enferma de culpa. Y no voy a explayarme porque si cuento me agarra culpa de nuevo.
Listo, eso la culpa ha reemplazado a la soledad como sentimiento odiado en mi persona, un update para ustedes.

sábado, 20 de octubre de 2012

Hoy: El inventor de anécdotas

Estimados, he vuelto. Tengo varios post rondándome la cabeza hace meses, pero todavía no había tenido el tiempo o las ganas de sentarme a despotricar un poco. Así que basta de preámbulos vamos al grano de la cuestión.

No niego que todos tengamos alguna anécdota inverosímil pero real en nuestro haber, esas perlitas que nos regala la vida que levantan cualquier reunión.
El tema que me irrita pasa por estos sujetos que siempre, pero SIEMPRE tienen una anécdota para todo: No importa si el es hombre y vos estás contando que pensaste que estabas embarazada pero al final era un pedo atravesado, él va a retrucar que a él le pasó lo mismo y que pensó por un momento que era hermafrodita porque encima tenía antojos.
No importa si el es hijo único y vos estás contando como en una comida tus siete hermanos te hicieron una joda. A él el mismo día en que el tenía los antojos de la anécdota anterior, sus primos terceros le hicieron la misma joda, pero obviamente peor.
No importa si el tiene un nokia 1100 y vos estás contando como tu smartphone se quedó sin internet y sin batería en el momento más inoportuno. Por supuesto que a él se le murió la linterna y la viborita del celular cuando estaba en medio de una sala de espera rodeado de mil pendejos gritando.

Y eso no es nada, puedo seguir hasta la eternidad. Pero lo peor de todo, como si esto fuese poco es que lo hacen mal. No sé si es que ellos mismos se creen sus propias mentiras, o si no se dan cuenta que la efusividad que le dan al relato ya bordea lo bizarro pero no se miden. Son capaces de en una misma conversación meter cuatro o cinco historias, todas teñidas con el mismo nivel de inverosimilitud  Ni siquiera se inhiben bajo mi mirada crítica de incredulidad, siguen ensimismados en su relato, sin percatarse que en el afán de caer bien y ser unos copados con mil historias hacen el efecto contrario.

Nadie te va a juzgar por tener una vida plana y aburrida. Nadie se va a reir de vos porque no te pasaron las mil y una cosas. Pero te aseguro que si estoy yo, no hay vuelta atrás... bien nunca me vas a caer. Por simple mentiroso, inventor de anécdotas.

lunes, 23 de julio de 2012

Hoy: Palabras de más.


Realmente creo que la gente a veces no sabe cuando mandarse a callar.
No es para hacer apología de la hipocresía y la falsedad, pero hay cosas que si tenés sentido común no las pensás, si sos tan imbécil de pensarlas al menos hacete el favor de no decirlas. ¿Porqué opinar cuando no entendés y criticar si no conocés? ¿Cuál es el beneficio que le aporta a tu vida?

Estoy enojada y bajo este enojo estoy triste: estoy triste de saber que existe gente así, y que alguna vez fue cercana a mi. Aunque esté triste, lo más patético es vuestra realidad porque si te lo ponés a pensar un poco, qué triste debe ser tener que hablar de los demás para darle un poco de emoción a la vida, ¿no?, que triste estar aferrado a ideales de vida prefijados sin atreverte a hacer algo por tu cuenta, que triste no poder ser capaz de ver más allá, que triste tenerle miedo a la diversión y a la creatividad, que triste no respetar las decisiones privadas de la gente, que triste no poder disfrutar tu juventud, que triste vivir en un ambiente viciado de prejuicios, que triste no poder confiar en la gente que tenés a tu lado, que triste poco a poco ir quedandote solo.

Creo que a veces soy un poco ingenua, pero es que no se me ocurre que tiene que tener una persona en la cabeza para decir o hacer determinadas cosas que desde mi perspectiva son imposibles.

La gente puede ser cruel, pero generalmente más que crueles pecan de ignorantes. Estoy cansada de los aires de superioridad, de los prejuicios y de las palabras de más por parte de algunos sobre gente que quiero y realmente me dan ganas de mandarlos a la puta madre de veinte mil niños ortodoxos que los parió y recomendar un poco de introspección antes de osar a hablar sobre cosas que nadie los llamó a opinar.

La grandeza inspira envidia- lo sé y lo tengo en cuenta. La envidia engendra rencor, y el rencor genera mentiras... bueno, tal vez deberíamos dejar de ser tan grandiosos ¿no?

miércoles, 18 de julio de 2012

Hoy: La comida y yo - Pequeñas manías.

Hola queridos lectores.
Sí, hace mucho que no escribo nada... es más hace muchísimo que no ando por la "blogsfera" con un par de excepciones puntuales. Pero hoy la vida (un link) me trajo de vuelta a este mundo y un simple click en "Acceder" me tentó; me tentó porque en realidad en estos meses en varias ocasiones pensé que ciertas cosas eran digno material blogueable pero una vez en casa esos pensamientos se escapan de mi cabeza cual vapor de pava hirviendo.  En fin, les voy a contar algo que muchas personas que leen acá seguramente saben y si no lo saben les vendría bien saber.
Odio profundamente que me HURTEN la comida. Realmente me pone muy mal, tengo millones de manías que explican el porqué de este odio.
Para empezar amo la comida; la comida no es una mera fuente de energía, la considero mi amiga y en esta eterna soltería mía tiene más chances de postularse para principe azul que la mayoría de los imbéciles por los cuales he perdido la cabeza. Este lazo que me une con la comida no puede ser violentado así no más, por favor NO.
Estas son las cosas que NUNCA jamás tenés que hacerme si  estamos comiendo juntos o cercanamente:
1- Nunca jamás me robes un sandwich que yo me preparé. NUNCA, es decir, yo me tomé el trabajo de elegir el pan, abrirlo, cortarme el salamín, guardalo en la heladera... No podés venir como si nada y ROBARLO, porque eso señoras y señores es un ROBO. Una vez, me había armado un simple sandwichito de salamín, lo dejé en la mesada y me dí vuelta a buscar Coca para hacer el manjar más perfecto aún... Tomo la botella me volteo nuevamente y estaba el imberbe de mi hermano atacando mi sandwich: esto POR SUPUESTO desató mi ira de gorda interna, no solo grité y pegué sino que le arrebaté el sandwich y me fui a comerlo cual ardilla a un rincón, está bien no estoy orgullosa de eso pero es a lo que se enfrentan si me roban el sandwich.
2- Nunca jamás me saques comida de mi plato sin preguntarme. Me gusta elegir que voy a comer mientras mastico: cuando tengo un ñoqui en la boca ya estoy mirando el plato eligiendo a mi próxima víctima y no hay nada más penoso, desgarrador e irritante que ver un tenedor ajeno tomando a ese indefenso bolo de papa listo para ser devorado.
3- NUNCA me saqués de la mano algo que estoy apunto de comer. No me puede volver tan loca por el amor de Dios, si estoy comiendo papas fritas OBVIAMENTE las pre-seleccioné: a mi me gustan las grandes, sin doblar blanquitas cuando son del tipo Lay's, y en el momento que mi mano las toca ya las siento mías, ya son una extensión de mi cuerpo si te comés esa papa frita para mi es como si estuvieras comiendote mis órganos, y es en serio. **también me enojo cuando mi ojo de halcón localizó una papafrita ideal y alguien la agarra antes, pero bueno no se puede hacer nada al respecto**
4- Nunca digas que no querés postre y después me robes el mio. Mi señor padre siempre lo hace, siempre... Llega el momento del postre en el restaurant y él nunca quiere, nunca... pero en cuanto llega mi brownie con crema americana SIEMPRE, SIEMPRE ME ROBA. Y sabe lo loca que me pone, la puta madre si querés pedite uno para vos que carajo te cuesta, es un brownie: un cuadradito de 2x2 mínimo, minimísimo.
5- Nunca me robes las papas de Mc Donalds, ahí vas a conocer mi odio interno, profundo y subsueloso en todas sus presentaciones. Yo lo hago si, pero con esa gente que come a dos por hora y después las deja encima frías... a mí frías no me gustan, así que me las como por adelantado ☺



Bueno, ese es el TOP FIVE de la convivencia comestible conmigo, si lo releo (cosa que no voy a hacer porque me da un poco de fiaca la mala redacción oxidada que debo tener) parecería que soy angurrienta y más que un sapo tengo un criadero en mi pancita, pero no. A mi no me molesta compartir cuando hay una advertencia previa: si estamos comiendo afuera y decidimos pedir dos platos para comer miti-miti todo bien, bárbaro me encanta; si hago una torta o algo con intenciones de compartir, más te vale que comas, es más me pone de mal humor que no comas; si te tentó mi comida y querés probar bueno sí, me molesta un poquito pero si me pedís todo bien... convido, lo prohibido acá es rober, ese picoteo CUASI inocente que en mi opinión de inocente no tiene nada y merecía estar penado por ley.


Me despido muchachos, muchos besos de colores y lluvia de corazones para uds, dejenme el odio a mi.

lunes, 21 de mayo de 2012

Hoy: Días grises

Antes de dedicarme a lo que debo y me compete - léase trabajo de creatividad- me dieron ganas de volver a  pasarme por acá.
Odio los días grises como hoy. A pesar de que me encanta la lluvia, los días como hoy me ponen de malas verdaderamente. Dirán, complicado que llueva sin nubes... bueno si, pero hoy no es un día de lluvia: sin embargo es un día gris.
Los días grises te hacen sentir gris. Y sintiendote gris, te sentís bueno... ambiguo, ni blanco ni negro... justamente "gris" el adjetivo le da en el arco.
Cuando nos sentimos perdidos, grises y no nos hallamos, empezamos a reflexionar: ¿qué queremos? ¿cómo lograrlo? ¿qué estamos haciendo nosotros para hacerlo realidad? ¿acaso estamos haciendo algo?
Entonces, todas esas preguntas hacen eco en nuestras cabezas y cada paso que damos bajo la bruma nos pesa más y más... Si el día de ayer decidiste que lo mejor era tomarse todo con calma, tranquilidad y hacer idioteces, hoy día gris eso ya no parece tan buena idea. Y  no es buena idea porque nos aleja de lo que realmente queremos ¿para que reirnos ahora si después inevitablemente vamos a llorar?
A veces resolvemos  que queremos estar bien ya y ahora, y buscamos y caemos en algo que si bien no nos lastima tampoco  nos da verdadera felicidad, caemos en lo insignicante. Y al caer en lo insignificante, todo ese proceso de maduración y superación se debilita, casi que muere.
Es irónico que en el afán de darle significado a nuestros días podemos caer en lo absurdo y alejarnos cada vez más de lo que realmente tiene la llave de la felicidad... o al menos lo que nosotros mismos creemos que nos puede hacer feliz. No necesariamente tenemos razón, no necesariamente nuestros objetivos están bien fijados... pero si nisiquiera tenemos la constancia y la fuerza de voluntad para mantenernos en un camino, por duro e intrincado que nos toque transitar nunca sabremos si estabamos en lo cierto o no.

Yo no sé si es culpa de los días grises o soy yo que reflexiono tarde.
El día gris es como esa amiga que te quiere mucho pero no te deja divertirte... porque sabe que en realidad estás tapando con joda algo muchísimo más importante.
El día gris es el colmo de la idiotez reflexionada. La idiotez premeditada a la cual le diste vueltas y vueltas, y tomaste la decisión conciente de hacer una idiotez... pero llega el día gris y todas las razones por las que ayer era un si, hoy son un no.
El día gris tal vez nos hace mejores personas, más profundas y reflexivas... y lo odio por eso. Quisiera poder dejar de pensar un segundo nada más.